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Acaso es esto una performance? 90 días de silencio y un manifiesto.
Acabábamos de cenar en un pequeño bar, escondido tras el Museo Artium de Vitoria. La performance de Claire Sobottke todavía nos mantenía embriagados cuando le pregunté:
Claire, ¿tienes Instagram?
Ella me miró y con una levísima sonrisa, me contestó:
No, Instagram me pone triste.
Acaso es esto una performance? surge como réplica al temblor que sentí aquella noche. Pero no ha sido hasta hoy, casi dos meses después, cuando he podido traducir esa sacudida en lo que quiera que sea esto. O como decía Baricco, hay un instante en el que el cuadro se cae. Es un instante concreto, irremediable e irreversible. Supongo que de ese parpadeo de lucidez nace este escrito. He pasado demasiados días, semanas, meses repitiendo la misma rutina: alarma, despertar, wifi, redes. Cualquier argumento resulta ya demasiado inverosímil para justificar una atención y dedicación tan desproporcionada. Esto no es una dinámica, es un síntoma de nuestro tiempo.
Hay instalada en mí, y en la mayoría de sujetos a partir de una determinada generación, una estructura tecno-pavloviana tan obvia como obscena. Acaso es esto una performance? traslada intencionadamente el cuerpo presente, tan característico del arte de la performance, al espacio delimitado para cuerpo digitalizado (impuesto, forzado, elegido?). Estoy hablando de un desplazamiento ontológico y epistemológico de la experiencia vital, y del cuestionamiento mismo de la idea de sujeto. Un re-conocimiento de la estructura relacional y política que históricamente ha existido entre sujeto, mensaje, medio y tecnología, desde los primeros sistemas de escritura, hasta nuestros días pospandémicos. Una estructura que nos ha engullido y arrojado a esta orilla techno fascista, aparentemente inevitable.
Esta performance consiste en desinstalar y erradicar de mi vida el uso de las redes sociales durante 90 días, tomando como referencia otros procesos de rehabilitación, curación y renacimiento, atribuidos a la agricultura o al proceso de soldadura de huesos, entre otros. No es en ningún caso una promesa, un reto o una heroicidad. Es una des-intoxicación performada desde algunos interrogantes contemporáneos que abarcan el posicionamiento del cuerpo, la experiencia, el dolor.
La lectura de autores como Walter Benjamin, Marshall McLuhan o Byung-Chul Han me ha provisto de un espacio de fuerza y acogimiento a lo largo de estos últimos meses, sin el cual esta acción probablemente no hubiera germinado. Acompaño este vacío de 90 días con un manifiesto de 13 puntos, que espero sea compartido por aquellas personas que también sienten en sus entrañas este vacío y desasosiego presente.